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Citizen’s Concentration: Human rights have no borders
A la opinión pública:
El final del verano y el comienzo del otoño, que en muchos espacios se considera comienzo de nuevos proyectos y procesos, se presenta nefasto en general y especialmente denigrante para el colectivo de personas migrantes en España y Europa. Y aunque podemos seguir pensando que es un problema que afecta “a otros” son noticias lamentables para todos y todas, porque, aunque se diga lo contrario, las personas migrantes también son ciudadanas y convecinas de una única sociedad.
Ya han pasado más de dos semanas desde el lamentable incendio en el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos. Desde la Plataforma Somos Migrantes y asociaciones, entidades y personas que suscriben esta carta, queremos manifestar nuestra más profunda solidaridad y apoyo con las víctimas de la tragedia. Una tragedia que no ha terminado con la extinción del fuego, sino que se mantiene y se mantendrá en el tiempo para las más de 12.000 personas que malvivían en el campamento o sus alrededores esperando una resolución a una solicitud, un trámite, que nunca les llega.
Los pocos y tardíos esfuerzos que se han empezado a realizar para “paliar” el sufrimiento de las personas que se han visto arrojadas a la calle, no hacen sino poner de manifiesto la postura de los gobiernos de Europa y, por desgracia, de una parte de la sociedad, de indiferencia y exclusión hacia una gran parte de la humanidad. Porque siempre nos queda la pregunta de cómo se hubiera actuado si las víctimas fueran nacidas en Europa, qué valor se da a la vida de las personas que más sufren y que salen huyendo de sus países por causas en las que la mayoría de las veces los propios estados del norte son plenamente cómplices y causantes.
La realidad de los campos de refugiados en territorio europeo pone de relieve una verdadera tragedia que nos afecta a todos y todas:
Las bases de la sociedad europea están construidas sobre la explotación de los países empobrecidos, y bajo un discurso hipócrita de sociedad solidaria y acogedora, sigue escondiendo su visión clasista del mundo en la que solo unos pocos acaparan la mayor parte de la riqueza.
El trato dado a las personas que vivían en el campo de refugiados de Moria, como en Samos, donde otro incendio ha causado graves destrozos, no solo no se revisa, sino que se quiere construir otro campo con los mismos principios de represión y encierro para miles de personas que no han cometido delito alguno, sino que son supervivientes de situaciones dramáticas en sus países o en el tránsito a la búsqueda de una mejor situación para ellos, ellas y sus familias. El problema no ha sido el incendio; éste ha sido solo la consecuencia de una pésima gestión de la realidad migratoria, que se refleja en estos campos de abandono en los que se están convirtiendo los campos de refugiados, y que los recientes pactos europeos han sido incapaces de afrontar de forma conjunta, volviendo a dejar la situación en manos “de la buena voluntad” de algunos: la situación de la migración no es cuestión de caridad, sino de justicia social, de derecho internacional acorde con los derechos humanos y no frente a ellos. ¿Hasta cuándo seguiremos colaborando con estos asesinatos?
La única visión de Europa para buscar soluciones a la situación de las personas que emigran es la de levantar muros, vallas, poner trabas, volver a abrir los CIE para encerrar como delincuentes a personas a las que solo les falta un documento acreditativo, aumentar los trámites, haciendo leyes inspiradas en un miedo infundado que es el que está causando realmente problemas sociales. Los problemas no son las personas que emigran o buscan refugio, son las condiciones a las que se les somete de forma consciente para evitar que se incorporen de pleno derecho en nuestra sociedad. La situación de la pandemia ha puesto de relieve la necesidad urgente de reconocer a las personas, a todas las personas, en su derecho a vivir dignamente. El rechazo de la proposición no de Ley, exigiendo una regularización urgente y sin condiciones de los cientos de miles de personas que viven sin un reconocimiento jurídico por falta de documentación, es el reflejo de las posturas basadas en el miedo. Es el momento de tomar decisiones para crecer juntos y juntas. Rechazar la regularización de las personas indocumentadas, no reconocerles el ingreso mínimo vital, aun sabiendo la exclusión a las que se les somete, es renunciar a la oportunidad de recrear una sociedad justa, acorde con los principios de solidaridad y ejercicio activo de los derechos humanos.
La tragedia en definitiva es mantener una Europa insolidaria y asesina, liderada por sus gobiernos con apoyos de una parte de la sociedad, que no sólo se mantiene indiferente, sino que muchas veces bloquea e impide los intentos de ejercer la solidaridad y el apoyo por parte de asociaciones, personas y ONG que trabajan firmemente por la dignidad y los derechos humanos, sin distinción de raza, credo, lugar de nacimiento, etc.
Seguir obstaculizando el desembarco de personas rescatadas en medio del mar es asumir la responsabilidad directa en la muerte de miles de personas que intentan acceder a nuestras costas. Si no se cambia el presente orden mundial, por un orden más justo, las muertes en el Atlántico y el Mediterráneo seguirán produciéndose
Desde la Plataforma Somos Migrantes y los abajo firmantes creemos que la respuesta no puede ser ahora la de un asistencialismo insuficiente, que mantiene, agrava y perpetúa la situación de exclusión, sino que debe buscarse soluciones en el plano del derecho internacional, de la situación de estas personas para que puedan ser reconocidas como ciudadanos y ciudadanas, desde la diversidad, que ya conviven con nosotros, siendo parte activa de nuestros pueblos.
Confiamos en que los responsables gubernamentales sean capaces, de una vez, de reconocer la necesidad de dar una solución conjunta y estable a la realidad de la migración como un hecho fundamental de la realidad global, y no como un problema aislado al que seguir poniendo parches inútiles.
Por una sociedad de todos y todas, regularización ya. No a los CIE. Ingreso Mínimo Vital para todas y todos. No a la criminalización de la solidaridad: vías legales y seguras ya. ¡Basta de mirar a otro lado! No seamos cómplices.
¡¡ÚNETE Y DENUNCIA ESTAS SITUACIONES!!
ACUDE CON NOSOTROS A LA CONCENTRACIÓN
EL 15 DE OCTUBRE A LAS 19.00 HORAS EN PLAZA DE ESPAÑA, SEVILLA.